Todos conocemos ejemplos de personas que ante una dificultad o contratiempo de la vida encuentran con habilidad puntos de vista y posibilidades de abordaje que otras personas ante una idéntica circunstancia no son capaces de ver. Muy probablemente estas personas más habilidosas en ver diferentes alternativas de solución ante un problema dado puntuarían alto en el Cuestionario VIA de Fortalezas Personales de Seligman y Peterson, concretamente en la virtud llamada «Sabiduría y Conocimiento», compuesta a su vez de 5 fortalezas que son:
1. Perspectiva. Esta fortaleza consiste en ser capaz de dar consejos sabios y adecuados, encontrando modos para comprender el mundo y para ayudar a comprenderlo a los demás. Seligman la considera la fortaleza más elevada, las más cercana a la sabiduría. Según dice, “sucede cuando otras personas recurren a una para aprovechar su experiencia, para que las ayude a solucionar problemas y obtener perspectiva para ellas mismas. La persona con perspectiva, posee una visión del mundo que tiene sentido para otros y para ellas mismas».
2. Creatividad. Podemos definirla como «la capacidad de utilizar la información y los conocimientos de forma nueva, y de encontrar soluciones divergentes para los problemas», tal y como la define Alonso Monreal y también Corbalán. Esta fortaleza se relaciona con el ingenio y la originalidad, incluyendo la creación artística pero sin limitarse a ella, pudiendo ser aplicada a la vida cotidiana y llamada creatividad con «c» minúscula.
3. Curiosidad. Relacionada con tener interés por el mundo, por la búsqueda de novedades, la apertura a la experiencia así como explorar y descubrir nuevas cosas.
4. Amor por aprender. Se relaciona con querer dominar nuevas habilidades, materias y conocimientos, ya sea por sí mismo o mediante un aprendizaje formal. Está relacionada con la fortaleza de la curiosidad pero va más allá, describiendo una tendencia sistemática a añadir cosas a lo que uno sabe.
5. Apertura mental. Consiste en pensar sobre las cosas y examinar todos sus significados y matices sin precipitarse en sacar conclusiones sino tras evaluar cada posibilidad siendo capaz de cambiar las propias ideas en base a la evidencia.
Muchos de los problemas diarios a los que nos enfrentamos no tienen una única solución posible, de ahí la utilidad del pensamiento divergente el cual se caracteriza esencialmente por la búsqueda de múltiples respuestas y alternativas para resolver un problema. Se despliega en múltiples direcciones, busca desde diferentes perspectivas, utiliza distintos enfoques y conocimientos posibles. Guilford plantea la existencia de una serie de aptitudes que corresponden al pensamiento divergente que son:
- Fluidez: capacidad de producción cuantitativa, generar muchas ideas en poco tiempo para resolver un problema o situación.
- Flexibilidad: capacidad de respuesta con una gran variedad de categorías, de enfoques diversos.
- Originalidad: capacidad de producir asociaciones novedosas, atípicas, insólitas pero adecuadas, pertinentes para la resolución de un problema dado.
- Sensibilidad para detectar problemas: capacidad de mantenerse en constante disposición de buscar nuevos caminos o respuestas ante la observación de imperfecciones.
- Capacidad de elaboración y transformación: capacidad de encontrar en los objetos, en las ideas o en las personas nuevos usos, sentidos o facetas.
En un sentido similar, De Bono habla del pensamiento lateral orientado a la destrucción de esquemas y a un conjunto de procesos para generar nuevas ideas mediante una estructuración perspicaz de los conceptos disponibles en la mente.
Es una suerte que todas estas fortalezas, estilos de pensamiento y aptitudes puedan ser fomentadas, desarrolladas y entrenadas mediante actividades y programas que las favorecen. Ser conscientes de su existencia y utilidad puede animarnos a utilizarlos como recursos a la hora de evaluar y abordar cualquier acontecimiento vital de interés, especialmente si está en juego el bienestar, la salud o satisfacción con la vida personal, familiar o social.
En el plano práctico, algunas claves que te propongo para que te eleves y amplíes tu perspectiva son:
1. La perspectiva del tiempo. Lo que hoy puede ahogarte en la desesperación, visto con la perspectiva del paso de los años, puede suavizarse. Spencer Johnson dice: «una cosa que hago cuando me siento agobiado, cuando todo corre prisa y pierdo la perspectiva es formularme una pregunta sencilla: de aquí a diez años ¿qué importancia tendrá todo esto?». Es fácil comprobar que muchas situaciones que nos paralizan ahora, en realidad, no son tan fundamentales fuera de nuestra valoración en el momento presente.
2. La perspectiva de la muerte. Utilizar a propósito un hecho que inevitablemente nos llegará a todos suele ser bastante eficaz. A lo largo de mis años como psicoterapeuta, me ha resultado de utilidad plantear a algunos de mis pacientes un sencillo ejercicio: si supieras que hoy es tu último día de vida ¿qué harías? ¿cambiarías tu visión de lo que ahora mismo te preocupa tanto? ¿dejaría de preocuparte? ¿lo resolverías de manera distinta? Verás que te dará perspectiva.
3. Revisa tus esquemas. ¿Cuál es la base sobre la que estás asentando tu forma de valorar la situación? Albert Ellis, basa su terapia racional emotiva en la premisa de que las ideas irracionales son la base de todos los problemas mentales y que, identificándolas y desmontándolas, la persona se recuperará al liberarse de su esquema mental perturbador. Lo que piensas ¿es imposible o irracional? ¿Te estás exigiendo actitudes imposibles de sostener en el tiempo? ¿estás manteniendo un estilo de vida que te perjudica por cumplir con determinadas ideas distorsionadas?
4. Céntrate en las posibilidades. Si nos centramos en lo que está en nuestra mano y podemos hacer, en la posibilidades de una situación, estaremos más motivados y entraremos en una disposición mental productiva y saldremos del bloqueo. Si afrontamos una situación como un desafío, como una oportunidad de crecimiento y aprendizaje personal, activaremos recursos personales que nos ayudarán a ser y sentirnos más capaces.
5. Valora las consecuencias en tu bienestar. Lo que estás haciendo ¿es nocivo para tu salud? ¿es saludable? A veces mantener relaciones en las que no hay reciprocidad con otras personas interesadas o manipuladoras nos lleva a que se resienta nuestra salud, nuestro bienestar. Plantéate si crece o disminuye tu bienestar en tu relación con ellas.
6. Coherencia con ser quien quieres ser. ¿Cómo quieres ser? Tu actitud ante la situación ¿te acerca o te aleja de tu proyecto personal de ti mismo? ¿Estás sintiendo, pensando y actuando como tu mejor yo? ¿eres coherente contigo?
7. Perspectiva y sabiduría. Hay un ejercicio que consiste en ganar perspectiva y sabiduría. Se trata de vivir y experimentar tres posturas: tu punto de vista, el punto de vista contrario y el punto de vista “meta” del que puede ver ambos como un «observador divino». Puedes pedirle a dos personas de tu confianza que interpreten los papeles de contrario y de “observador divino”. A continuación podéis hacer una puesta en común de lo que habéis experimentado para finalmente intercambiar los papeles de forma que cada uno viva el resto de perspectivas. Suele ser bastante revelador. Si hay varias opciones posibles de solución una buena alternativa es elegir el bien común, la mejor opción para todos, la más sabia.
8. Comparación intrapersonal. Compárate contigo mismo. Si te comparas con los/las demás siempre habrá personas más hábiles y menos hábiles que tú en determinados aspectos. Te dará perspectiva mirarte a ti mismo/a a lo largo de tu vida y de tu propia evolución personal.
9. Saber esperar. Muchas situaciones son valoradas erróneamente fruto de la prisa y de las emociones momentáneas. Hay un dicho que dice: «No prometas cuando estés feliz. No respondas cuando estés enojado. No decidas cuando estés triste». Deja que reposen tus emociones y si después de reposar un tiempo lo ves claro, decide.
10. Usa tu sentido del humor. Tener una actitud de juego, de diversión, de humor favorece la producción de ideas y de alternativas de solución ante los desafíos diarios y te recargará las pilas.
11. Pasa a la acción. Dedicar mucho tiempo a tratar de resolver una cuestión puede llevarte al bloqueo y a un estado de agotamiento. Un fenómeno improductivo y que genera malestar es la rumiación. Tenemos rumiaciones cuando, como los rumiantes, damos vueltas y más vueltas a nuestros pensamientos sin llegar a ninguna conclusión. Hay que canalizar esa energía improductiva. Einstein tocaba el violín cuando se bloqueaba y de esta manera conseguía que fluyeran sus ideas con mayor claridad. Caminar, pasear, tumbarte boca arriba sobre la cama, tomar una golosina, son conductas que favorecen la creatividad y que te sacarán de ese estado.
12. Relativiza. En realidad no sabemos a corto plazo si las cosas que nos suceden serán positivas o no en nuestra vida. Anthony de Mello escribió una metáfora que te cuento. «Una historia china habla de un anciano labrador que tenía un viejo caballo para cultivar sus campos. Un día, el caballo escapó a las montañas. Cuando los vecinos del anciano labrador se acercaban para condolerse con él, y lamentar su desgracia, el labrador les replicó: «¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¿Quién sabe? Una semana después, el caballo volvió de las montañas trayendo consigo una manada de caballos. Entonces los vecinos felicitaron al labrador por su buena suerte. Este les respondió: «¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¿Quién sabe?». Cuando el hijo del labrador intentó domar uno de aquellos caballos salvajes, cayó y se rompió una pierna. Todo el mundo consideró esto como una desgracia. No así el labrador, quien se limitó a decir: “¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¿Quién sabe?». Una semana más tarde, el ejército entró en el poblado y fueron reclutados todos los jóvenes que se encontraban en buenas condiciones. Cuando vieron al hijo del labrador con la pierna rota le dejaron tranquilo. Una mujer le dijo, se llevaron a mi hijo por estar sano y al tuyo lo rechazaron por su pierna rota. ¡Qué buena suerte has tenido! Este les respondió: «¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¿Quién sabe?». Piensa que a veces perder es ganar pues a veces que las cosas no salgan como quieres es un golpe de suerte. Otras veces ganar es perder porque a veces lo que creíste una ventaja terminó siendo un inconveniente.
13. Recuerda tus logros, evoca lo positivo. Si recuerdas las cosas que has logrado ya, lo que ya has conseguido te sentirás más capaz, más reconfortado y orientado hacia el aprendizaje y la exploración de la situación.
14. Acepta tus limitaciones y pide ayuda. No podemos saber de todo. Al igual que cuando el coche no arranca acudimos a un taller mecánico y si necesitamos un corte de pelo vamos a la peluquería, si te falta perspectiva para abordar un problema y quieres ayuda ajustada a tus preferencias y necesidades personales desde la ciencia que estudia el comportamiento humano, acude a un profesional de la Psicología. Al fin y al cabo, se trata de ayudarte a abandonar viejos patrones mentales y a alcanzar desde una nueva perspectiva otros más saludables.
Por último te dejo un fragmento de la película «El club de los poetas muertos» en el que reflexiona sobre la importancia de ser uno mismo y valorar las cosas desde tu propia perspectiva.
¡Elévate! ¡Prueba a verlo de un modo distinto!